30 de enero de 2017

DONALD TRUMP, CAUDILLO DEL MUNDO



La verdad es que me da un poco de vergüenza escribir sobre Donald Trump si no fuera por lo que hoy representa, su figura me merece tanto interés como la de Idi Amin, es decir ninguno. Pero ahí está, democraticamente elegido para gobernar el mundo, si, el mundo.

Si Hitler utilizó la guerra relámpago para hacerse con los países europeos, Trump ha acudido a la técnica del estado de sitio, que lleva más tiempo pero al final tiene los mismos resultados prácticos, y al igual que el emigrante austriaco que hundió Europa se acercó a Stalin para firmar pactos Trump hace lo propio con Putin. Su plan de acción, ya anticipado durante el periodo electoral, no solo se va a cumplir, sino que me temo que va a ser aún más dramático... si le dejan.

No deja de resultar curioso que el presidente del país más rico del mundo vaya a poner en marcha planes económicos diseñados para países hundidos en la depresión, una especie de keynesianismo enloquecido, aliñado con un proteccionismo de muy difícil, por no decir imposible, aplicación en el mercado global que nos hemos (nos han) dado.

De nada le vale a Trump que estemos en el siglo XXI, todos los adelantos tecnológicos que disfrutamos (o padecemos) no le parecen suficientes para luchar contra la inmigración ilegal, que para él es la que simplemente no le parece adecuada, unas medidas que afectan también a los turistas ocasionales. Así las cosas, se propone construir un muro de 3.000 kilómetros de largo y altura discrecional para entorpecer la llegada de emigrantes a través de una de las dos únicas fronteras del país. Un hermano menor de la muralla que los chinos construyeron allá por el siglo V. antes de Cristo. Para que luego digan que la humanidad avanza.

Dicen los medios que el Caudillo Trump ha hablado en serio con sus generales, que les ha dado un mes de plazo para diseñar un plan que acabe definitivamente con el Daesh, el Isis o como le quieran llamar..., no se a ustedes pero a mi ese plan me da mucho miedo, del de verdad. Unamos a ello que quiere "legalizar" ciertos métodos de tortura y sin darnos cuenta nos acordaremos de la Gestapo nazi, si de esa misma Gestapo que "asesoró" a la policía franquista española desde 1938 hasta que los nazis se sentaron en el banquillo de Nuremberg. 

La homofobia, machismo, racismo y demás "virtudes" del personaje, son de tales magnitudes que impiden comprender como hay personas que le han votado, con Hitler pasa algo parecido.

Juntemos todo lo anterior en una coctelera, agitemos debidamente y obtendremos algo muy parecido a lo que se vivía en la Europa de la segunda mitad de los años 30' del siglo pasado. Una Europa en la que se respetaba a Hitler, se pactaba con él, se le permitía invadir países y ayudar al establecimiento de dictaduras, por ejemplo en España, ¿se acuerdan?. Casi todos, que no todos, sabemos lo que pasó después, en España y en Europa,  y lo malo de todo esto es que eso de que la historia se repite es algo más que un dicho.

De momento son muchos aquellos que denominan populismo al fenómeno Trump, a lo mejor lo hacen por que así se tranquilizan, a lo mejor lo hacen simplemente por que eso del "populismo" está de moda, lo que si está claro es que Trump es un déspota y que del despotismo al fascismo solo hay un paso, o quizás ninguno.

La única esperanza contra Trump es que el pueblo americano lo descabalgue de su particular Othar, de ese caballo con el que Atila hacia de las suyas, desde fuera nada se puede hacer. Afortunadamente los norteamericanos disponen del 'Impeachment', y según muchos analistas Trump ya ha dado motivos más que suficientes para ser sometido al proceso y destituido.



Benito Sacaluga.



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