21 de abril de 2016

LA MANO EN EL FUEGO



Preguntado por Jordi Evole si pondría la mano en el fuego por alguien del Partido Popular, Mariano Rajoy contestó con otra pregunta: ¿Que significa eso de poner la mano en el fuego?

La expresión "poner la mano en el fuego" es muy, muy antigua y se dice que era un tipo de juicio divino practicado en la Antigüedad y en la Edad Media, consistente en introducir una mano en el fuego o sujetar hierros candentes para confirmar o negar una acusación, si a través de la ayuda divina la mano salía del fuego sin quemaduras se consideraba que el acusado era inocente. Desde luego estoy totalmente convencido de que ni culpables ni inocentes se prestaron nunca voluntariamente a este rito de resultado más que predecible.

En la actualidad la expresión se utiliza para manifestar un respaldo total a alguien...y Rajoy lo sabe perfectamente. Sin embargo huye de ella y prefiere decir que confía, "Yo confío en Esperanza Aguirre",. Según el diccionario de la RAE, confiar significa "2. tr. Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa". y desde luego no es lo mismo que poner la mano en el fuego por alguien, ya que ese "yo confío" de Rajoy no implica asunción de responsabilidades, además si la cosa sale mal poco tardaremos en escuchar eso de "me engañó" o lo de "traicionó mi confianza". Si Jordí Evole le hubiera preguntado si pondría la mano en el fuego por el rey en lugar de por Aguirre a buen seguro la respuesta habría sido otra, aunque como todas las de Rajoy, igualmente evasiva.

Rajoy es así, en sus ministros solo confía, faltaría más, pero ellos son los únicos responsables de sus manejos, él solo es una victima más. No digamos ya de aquellos que le mantienen con vida al frente de un partido politico agonizante. Si varios de los genoveses están siendo investigados por evasión fiscal y corrupción, a Rajoy habría que investigarle, al menos, por evasión de responsabilidades, por irresponsable voluntario, por dejación de funciones.

Debemos caer en la cuenta de que esa evidente falta de responsabilidad de Rajoy nos está costando muy cara. La corrupción en el Partido Popular hace tiempo que dejó de ser noticia para convertirse en un grotesco espectáculo de masas. A Rajoy le toca asumir dos responsabilidades, una la derivada de mirar para otro lado ante la a todas luces irregular entrada de dinero en el partido y la otra no poner las medidas necesarias para evitarlo y depurar responsabilidades.

No se trata ahora de exigir a Rajoy responsabilidades por los dineros que sus militantes destacados han sustraído del erario público para su exclusivo beneficio, ello requeriría otra reflexión, se trata de que Rajoy asuma política y judicialmente su responsabilidad ante el dinero que ha ido a parar directa o indirectamente a las arcas de su partido, cantidades enormes de dinero de las que él se ha beneficiado desde el mismo momento en que han sido utilizadas para costear las campañas que le llevaron primero a la presidencia del partido y luego a la Moncloa, o para costear la reforma de su sede principal, o para que miembros destacados de la organización que preside recibieran durante años sobres con importantes sumas de dinero, o para .....

El colmo de todo esto es que Rajoy se haya presentado en las últimas elecciones como candidato a la presidencia del Gobierno, y que tenga pensado hacer lo mismo si estas deben repetirse. De volver a resultar elegido tendríamos, nuevamente, a un irresponsable dirigiendo el gobierno de España. Los votantes del PP habrían preferido la  evidente y extendida corrupción del Partido Popular a la victoria de eso que ellos desde su interesada "ignorancia" denominan "populismo". Aunque la comparación sea muy manida es la misma decisión que el pueblo adoptó liberando a Barrabás con tal de que, el para muchos primer "populista" de todos los tiempos, Jesús de Nazaret, fuera condenado a muerte. También supondría un voto a Rajoy basado en el miedo inculcado desde el poder económico y la derecha política, un miedo cobarde e irracional excelentemente reflejado en el refranero español: "Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer".

Que Rajoy sea en estos momentos presidente del Gobierno de España y que además pueda volver a presentarse al cargo, a pesar de lo que planea sobre él y su partido desde hace años, es en parte fruto de nuestro actual sistema de Estado. Nuestro monarca no puede destituir a Rajoy. Tampoco puede nombrar un nuevo presidente, sus funciones en este asunto quedan limitadas a una propuesta protocolaria a la vista de una lista de candidatos que ni él elabora.

Otra cosa sería si España fuese una República y estuviésemos sometidos a la Constitución de 1931. De ser así hace ya tiempo que el Presidente de la República le habría enseñado a Rajoy la puerta de salida. Y lo haría cumpliendo el mandato constitucional, basando su actuación en el Artículo 75 del Título V de la Constitución Española de 1931:
"El Presidente de la República nombrará y separará libremente al Presidente del Gobierno, y, a propuesta de éste a los Ministros. Habrá de separarlo necesariamente en el caso de que las Cortes le negaren de modo explicito su confianza"

A la espera de que la República llegue de nuevo, solo nos queda apelar al sentido común de los españoles y confiar en que todos se den cuenta, y asuman, si es de recibo apoyar a un partido politico investigado en los juzgados por delitos económicos y con cientos de sus cargos politicos en igual situación judicial por presuntos delitos de corrupción en los juzgados de media España, algunos de ellos ya en prisión. Seamos responsables.

Benito Sacaluga.





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