27 de marzo de 2016

LA MONARQUÍA ESPAÑOLA EN PERSPECTIVA






Si nos paramos a pensar cuales son los pilares que sostienen a la monarquía española poco tardaremos en darnos cuenta de la extrema debilidad de estos. Una debilidad fruto de las condiciones en que se produjo su reinstauración en España, acompañada hoy por una situación política y social de nuevo cuño. 

Dicha debilidad se ve incrementada por la forma en que los dos monarcas que han reinado en España desde 1931 han accedido a la corona. Ambos lo han sido por abdicación de su antecesor. Para que Juan Carlos I fuese coronado fue necesario que su padre Juan de Borbón, legítimo aspirante al trono, renunciase a sus derechos obligado por el dictador. Más tarde fue Juan Carlos I el que se vio obligado a abdicar y permitir la subida al trono de su hijo Felipe.

Todo ello fue posible gracias a la farsa que representó la Ley de Sucesión Franquista. La corona y los monárquicos sabían que tarde o temprano dicha ley sería cuestionada y maniobraron para convertir la monarquía impuesta en una demanda del pueblo español y como tal fue votada y refrendada una vez incluida en el texto de la Constitución de 1978. Con ello se pretendían dos cosas fundamentalmente, una convertir la monarquía en la forma de Estado, pretensión que se consiguió, y otra eliminar el estigma de sucesor de Franco que Juan Carlos de Borbón soportaba, para convertirlo en un legitimo heredero de la Dinastía Histórica, pretensión que no solo no se consiguió sino que pasó a formar parte de la herencia del actual rey Felipe VI, y lo seguirá siendo por mucho negro sobre blanco que se escriba para defender lo contrario.

De este lavado de cara se encargó Joaquín Satrústegui, monárquico radical que después de haber combatido en el ejército sublevado, formando parte del grupo de monárquicos que, siguiendo las órdenes de Mola, ocuparon el puerto de Somosierra con el objetivo de facilitar el acceso a Madrid a las columnas que, desde el norte, debían tomar la capital. Un Joaquín Satrustegui que terminada la guerra mutó en liberal sin dejar de ser monárquico y que fue senador en 1977 para posteriormente integrarse en la UCD y llegar a diputado en 1979 de la mano de Adolfo Suárez. 

Satrústegui fue el parlamentario más votado en las elecciones de 1977 y se ocupó hasta conseguirlo de que en el artículo 57 de la CE78 se proclame que ”La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. Don Juan Carlos I de Borbón, legitimo heredero de la dinastía histórica”. De esta forma desvincula a Juan Carlos de la muy derogable Ley de Sucesión Franquista (se derogó en diciembre de 1978) y le sitúa en el lugar que le corresponde: hijo de Juan III, nieto de Alfonso XIII. (1)

El pueblo español votó mayoritariamente SI a la Constitución de 1978 en un referéndum en el que debía elegir entre el SI o el No a la siguiente pregunta: «¿Aprueba el Proyecto de Constitución?». Observemos que se votó SI a un proyecto. Una aprobación que otorgó el 58,9 % del censo electoral, un porcentaje elevado si, pero representado mayoritariamente por votantes que desconocían el texto constitucional, que actuaron inducidos por UCD, PSOE, AP, PCE, PDPC, UDC-DCC, PSUC, PC,…, partidos que hoy en día los que siguen “vivos” con la sola excepción del PP (AP) son partidarios de una reforma constitucional a fondo, no digamos ya de la voluntad de reforma de aquellos que se opusieron en 1978 : ERC, EE, HB, BNPG, FE-JONS, FN y PCE (m-l) entre otros.

Ante lo anterior, que son hechos, debemos unir otro hecho cierto, este es que la Ley de Sucesión Franquista fue el fruto del proceder interesado de un sistema dictatorial nacido del levantamiento en armas contra un sistema de Estado democrático y legitimo, contra la Constitución de 1931, contra la II República Española. Un hecho cierto, en lo que a la monarquía española se refiere, que pretende ser “lavado” por el contenido del citado Artículo 57 de la CE78.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, referéndum incluido, la legitimidad de la monarquía española solo puede ser defendida de forma muy subjetiva. Si queremos ser objetivos la realidad, los hechos, es que el actual modelo de Estado fue impuesto ilegal e  ilegítimamente por un dictador y legitimado por una Constitución, la del 78, elaborada y cocinada durante una legislatura constituyente por siete ponentes, de los cuales cinco pertenecían a la derecha española postfranquista, entre ellos Manuel Fraga, y solo dos a la izquierda, Peces-Barba (PSOE) y Solé Tura (PCE).

Es de recibo ser demócratas y aceptar los resultados de las urnas. Una vez abiertas hay que atenerse a lo votado mayoritariamente, más aún en un referéndum. Pero lo que no es obligatorio es ser monárquicos sin más por mucho que una constitución lo contemple, menos aún si la figura del Rey y sus derechos y libertades se oponen al cumplimiento por su parte del Art.14 de la misma Constitución.

Juan Carlos I tuvo que abdicar como consecuencia de sus actos, de no haberlo hecho las consecuencias negativas para él y la corona habrían puesto en peligro la placida permanencia de ambos. Su hijo ocupó el puesto y poco ha tardado, junto con su esposa, en sembrar serías dudas en relación con su respeto al pueblo. Una infanta de España está siendo juzgada junto con su marido por supuestos delitos económicos. Los principales partidos que sustentan a la monarquía (PP y PSOE) están en franca descomposición y las calles están repletas de ciudadanos exigiendo cambios en el sistema, incluso del sistema. El paro afecta a más de la cuarta parte de la población y los derechos adquiridos, todos, están en franco retroceso o desapareciendo. La clase política ya no goza del respeto de los ciudadanos, la corrupción les está acorralando. En siete autonomías han hecho desaparecer imágenes de Felipe y Juan Carlos. El Gobierno de Navarra ha vetado a los reyes en las próximas entregas del Premio Príncipe de Viana y los premios Princesa de Asturias en Oviedo comienzan a provocar rechazo en la ciudad. Solo falta la irrupción a nivel nacional de un partido republicano que consiga obtener representación parlamentaria, para que las perspectivas futuras de la monarquía española sean poco favorables a su continuidad. 

España es difícil de prever en libertad, y a mi me parece que no a mucho tardar volveremos a escuchar la frase pronunciada en abril de 1931 por el Almirante Aznar, último presidente del Consejo de Ministros de Alfonso XIII: “España se acostó monárquica y se levantó republicana”. Que volvamos a escucharla depende los republicanos, de los que lo somos hoy y de los que mañana lo serán. 

Benito Sacaluga




(1) "Don Juan". Luis María Ansón. Plaza&Janes (1994)

18 de marzo de 2016

¿QUE HACER CON LOS REFUGIADOS?



Cada día que pasa tengo más claro que nuestros "lideres" europeos son autenticas marionetas en manos de los poderes económicos. Para ellos el drama de las personas que huyen de la guerra, de una muerte más que probable, solo se soluciona con dinero y ahí andan enredados mientras que millones de seres humanos vagan sin rumbo y cientos de ellos mueren cada semana , un gota a gota implacable de muertes anónimas al que nadie está dispuesto a poner fin de forma determinante. Una patata caliente que todos sueltan con justificaciones que hacen sonrojar al más indiferente. 

Entre todos estos líderes de pacotilla adoptaron la postura de que el asunto debía solucionarse entre todos los países de la UE, una cruel justificación para que cada país miembro se lavase las manos cual Pilatos acorralado. Unos líderes que haciendo gala de su completa falta de escrúpulos proponen que lo mejor es que los refugiados se queden en Turquía, es decir fuera de la UE, y a cambio ponen encima de la mesa miles de millones de euros. Unos miles de millones de euros que irán a parar a las manos de los gobernantes turcos a cambio de unos cuantos campos de concentración. A Rajoy le hemos tenido que parar los pies y obligarle a rechazar esta propuesta. Sin menor atisbo de vergüenza acaba de declarar que a los refugiados hay que concederles asilo y que estos asilos debe ser estudiados uno por uno. Lo malo es que para que se pueda solicitar el asilo hay que llegar al país de acogida, tránsito al que la UE está poniendo todas las barreras imaginables y además se opone a que dichos asilos puedan ser solicitados a través de países cercanos a Siria, evitando así el rosario de muertes que cada día se producen entre los que se arrastran para llegar a tener la oportunidad de efectuar esa solicitud de asilo a la que todos tienen perfecto derecho.   La cosa está clara: Europa no quiere en su suelo a los refugiados sirios y como no se atreve a decirlo alto y claro, falsamente lo reduce todo a un problema administrativo de imposible solución.

Así tenemos al pueblo sirio, un pueblo que nació como tal 2000 años a.C y que se ha visto invadido y dominado por toda una suerte de países, desde el antiguo Egipto hasta Francia, pasando por Bizancio y Turquía. Un pueblo que lleva padeciendo una guerra civil desde que esta se gestó a raíz de la Primavera Árabe (2010) hasta nuestros días. Una guerra en la que han participado y participan los integristas del Dáesh (Estado Islámico), USA y Rusia, y como todas las guerras sin que la población siria tenga ninguna responsabilidad. Un conflicto cuyo fin supondría el fin de la huida de los ciudadanos sirios y que parece ser ni la UE, ni Rusia, ni USA están dispuestos a solucionar.

Pues bien, con los refugiados sirios solo se puede hacer una cosa: acogerlos, así sin más. En su inmensa mayoría  se trata de familias que estarían dispuestas a volver a su país si ello no significase poner sus vidas en grave peligro. No pretenden quedarse en Europa definitivamente, su ilusión es poder volver a sus pueblos, a sus casas, con los suyos y retomar sus vidas donde las dejaron huyendo de la miseria y de la muerte. 

En definitivas cuentas a los sirios les está pasando lo mismo que a los republicanos españoles en 1939, nadie les ayuda decididamente desde el exterior para poner fin a una guerra como todas injusta, con la diferencia, eso si, de que en mejores o peores condiciones, los refugiados republicanos fueron acogidos de buen grado en numerosos países y lo fueron por el mismo motivo que hoy tienen los sirios: Huir de la muerte.


Benito Sacaluga.






15 de marzo de 2016

¿GENOCIDIO?



Definición de genocidio: Aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos.





Gonzalo de Aguilera
Son innumerables las acusaciones de genocidas, efectuadas dentro y fuera de nuestro país, contra Franco y sus colaboradores, tanto durante la guerra como en el transcurso de la posterior dictadura militar.

Acusaciones de genocidio y crímenes de lesa humanidad que hasta los propios franquistas reconocieron que formaban parte de su plan para España desde los primeros momentos de su rebelión contra la República. 

(1) El 10 de mayo de 1937, el portavoz de prensa del Cuartel General de Mola y posteriormente de Franco, el aristócrata y terrateniente, capitán Gonzalo de Aguilera Munro,  conde de Alba de Yeltes, efectuaba  al periodista norteamericano Hubert Knickerbocker del Washington Times unas declaraciones en las que, sin ningún tipo de duda, desvelaba la ideología ultraconservadora, filonazi, autoritaria, clasista y machista que animaba a la oligarquía terrateniente que apoyaba el golpe y al núcleo duro de los militares golpistas:

«Vamos a matar a 50.000 en Madrid. Y vayan donde vayan en su huida Azaña, Largo Caballero y toda esa gente, los cogeremos, y los mataremos hasta el último hombre aunque nos cueste años seguir su pista por el mundo […] es una guerra de razas, no una mera guerra de clases. Usted no lo entiende porque no se da cuenta de que hay dos razas en España, una raza esclava y una raza dominante. Esos rojos, del presidente Azaña o los anarquistas, son todos esclavos. Nuestro deber es volver a ponerlos en su sitio… sí, ponerles cadenas otra vez […] Tenemos que destruir esa tanda de escuelas rojas que la llamada República estableció para enseñar a los esclavos a rebelarse. A las masas les basta con saber leer lo justo para entender las órdenes. Tenemos que restaurar la autoridad de la Iglesia. Los esclavos la necesitan para que les enseñen a comportarse […] Es deplorable que las mujeres voten. Nadie debería votar y menos aún las mujeres …»
(2) Ante el periodista inglés Peter Kemp declaró:
"El gran error que han cometido los franquistas al empezar la Guerra Civil Española ha sido no fusilar de entrada a todos los limpiabotas. Un individuo que se arrodilla en el café o en plena calle a limpiarte los zapatos está predestinado a ser comunista. Entonces ¿por qué no matarlo de una vez y librarse de esa amenaza?"
(1) Al periodista norteamericano John T. Whitaker le dijo alto y claro:
 «Tenemos que matar, matar y matar ¿sabe usted? Son como animales ¿sabe? Y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste. Ahora espero que comprenda usted qué es lo que entendemos por regeneración de España […] Es nuestro plan exterminar a un tercio de la población masculina española, ¿entiende? Eso limpiará el campo y nos librará del proletariado. También es irrebatible desde el punto de vista económico. No volverá a haber desempleo en España, ¿entiende? Y haremos otros cambios. Por ejemplo, nos quieren timar con esa estupidez de la igualdad de las mujeres […]»
Gonzalo de Aguilera no bromeaba en lo que a matar se refería. Al final de su vida, el 28 de agosto de 1964 asesinó con una pistola a sus dos hijos (Gonzalo y Agustín). Poco después fallecía en el Hospital Psiquiátrico de Salamanca a causa de un edema pulmonar.

Si alguien después de leer las declaraciones anteriores, aún cuestiona la existencia del genocidio contra el pueblo español llevado a cabo por Franco y sus colaboradores, declaraciones desgraciadamente corroboradas por la realidad de lo acontecido, sin duda deberá reflexionar sobre su postura. Unas declaraciones que asumen como objetivo la aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos, características fundamentales del genocidio, despejan cualquier duda sobre la calificación de los crímenes cometidos durante la guerra y a lo largo de 40 años de dictadura por aquellos que convirtieron España en un país ocupado.


9 de marzo de 2016

UN REPUBLICANO RETRATA A GIL-ROBLES





Imagen publicada en "Eco Republicano" (10-05-2015)
(1) Fernando Valera Aparicio, politico y escritor, (sobrino del politico, diplomático y admirado escritor  Juan Valera y Alcalá-Galiano, autor entre otras muchas obras de "Pepita Jiménez", convertida en ópera por Albeniz), encabezó la candidatura del  Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) al Ayuntamiento de Valencia en los comicios de 1931, que llevaron a la salida de Alfonso XIII de España y la proclamación de la II República Española. En los primeros tiempos de la República fue nombrado primer secretario de la Comisión encargada de redactar la Constitución de 1931 y más tarde director general de Agricultura en los gobiernos de Azaña y subsecretario de Justicia con Martínez Barrio. Entre 1932 y 1937 fue también subsecretario de Comunicaciones y de Obras Públicas.

Al disolverse el PRRS en 1934, se unió a Diego Martínez Barrio para fundar Unión Republicana (UR), con quien se presentó por la circunscripción de Badajoz en 1936 dentro de las listas del Frente Popular y obtuvo la representación parlamentaria.

Tras la guerra civil se refugió en Francia, en donde volvió a verse en peligro durante la ocupación nazi. Pasó brevemente por Marruecos, México y finalmente volvió a París en 1946, en donde ocupó numerosos cargos del gobierno republicano en el exilio. Fue vicepresidente y ministro de Justicia y Hacienda en los gobiernos de Alvaro de Albornoz y Liminiana (1947-1949 y 1949-1951), ministro de Estado en el de Félix Gordón Ordás (1951-1960), ministro de Estado y secretario del Consejo de Ministros del Gobierno de Emilio Herrera (1960-1962) y ministro de Negocios Extranjeros en el gabinete de Claudio Sánchez-Albornoz (1962-1971). Fue uno de los fundadores de Acción Republicana Democrática Española (ARDE) en un intento de aglutinar a los sectores republicanos del exilio republicano. Como uno de los principales dirigentes políticos del exilio republicano, en 1962 participó junto a otros muchos políticos y representantes españoles en el IV Congreso del Movimiento Europeo, donde se alcanzó la unidad de toda la oposición antifranquista .

El 28 de febrero de 1971 sucedió a Claudio Sánchez-Albornoz como jefe del Gobierno republicano en el exilio, siendo el último en este puesto. Ejerció el cargo hasta 1977, cuando el presidente de la República en el exilio, José Maldonado, aceptó la legalidad de las Elecciones de 1977 y acordó la disolución de las instituciones republicanas que seguían activas en el exilio. 

El 17 de septiembre de 1936, a dos meses del golpe de estado contra la República, Valera publica en el diario cartagenero "La Tierra" un artículo al que titula "Cain de España" y que reproduzco a continuación:

Había nacido en un hogar de fanáticos, o de hipócritas, es decir, de jesuítas. Siguiendo la tradición paterna, Caín se encontró un día de catedrático en Salamanca. Su vida fue oscura y gris hasta que, en las Cortes Constituyentes, se levantó a defender su acta de diputado. Para que él lo fuera, habíanse conciliado todos los caciques, usureros y clérigos de la provincia. Y cuéntase que en la ciudad de Salamanca, aunque pequeña, había no menos de 14 conventos de frailes, 23 de monjas y 25 iglesias.
Un buen republicano aragonés, el radical-socialista Sarria, denunció a las Cortes el escándalo que había descubierto en el expediente electoral de Caín, y pidió la anulación de las elecciones. Pero quiso la suerte que, de acceder a lo solicitado, quedara sin acta también Miguel de Unamuno. Estaba reciente el recuerdo de la rebeldía y el destierro de este hombre extraño; las Cortes eran incautas; Caín se defendió poniendo en juego los resortes dialécticos del jesuitismo; la prensa le ayudó; el candor se impuso, y Caín fue diputado.
La República había nacido con signo de paz. Una mañana de abril se abrió en el cielo el alba de un nuevo día, como una azucena blanca que tuviera por campánula el firmamento empapado de luz. Cantó el pueblo su libertad, olvidando las amarguras de la esclavitud pasada, y rió como un niño, y perdonó como un santo. ¡Qué alegre era el dial ¡Qué buena la paz! Y, en el corazón de cada hombre, nacía un ansia de renovar al mundo sin causar dolor a los hombres, ni perjuicio a las cosas.
A las Cortes Constituyentes concurrió el alma de la nueva España, para legislar la obra de la paz. Las conciencias habían de ser libres; pero la Iglesia respetada. Una nueva forma económica surgiría en el país, transformando la propiedad y reformando la vida del campo, mas sin causar graves quebrantos a los antiguos propietarios. Todos los poderes emanarían del pueblo; pero sin sacrificar en el patíbulo de la justicia histórica, a los representantes del antiguo Estado. Cuando las Cortes Constituyentes legislaban con la vista puesta en los ideales más sublimes de la humanidad, Caín sonreía y acechaba preparando el puñal del odio y de la soberbia con que pensaba asesinar a su patria.
Desde un escaño de las Cortes, comenzó Caín a difundir la ponzoña. Manejó a Dios y a Iglesia como copa de su veneno; excitó el fanatismo de los intolerantes; embaucó la beatería de los necios; fomentó la codicia de los clérigos y la tontuna de los gazmoños, y los envenenó con el odio santo a la República.
De pueblo en pueblo, con abnegación digna de las nobles causas, peregrinó Caín, encizañando a las buenas gentes. Al rico le hablaba de sus riquezas; al pobre, de sus hambres. «Yo te guardaré tus aceitunas, tus rebaños, tus trigos y tus bellotas, aunque los pobres se mueran de hambre», decía a los unos. «Yo sacaré el dinero de donde lo haya, para que todos trabajéis, y os daré la abundancia y la paz que os regatea la República», prometía a los otros. Y así santificaba el egoísmo del avaro sin piedad, y así desvelaba la rebeldía y el rencor del pobre sin ventura. 
Todo le parecía lícito a Caín con tal de realizar sus siniestros designios. Mintió promesas de justicia, difamó honras, desorientó conciencias, malquistó a los hombres, profanó los templos, engañó a Dios tomando su nombre, se alió con el ateo viejo e impúdico, y fue ministro de la República para venderla; descendió al pueblo para envilecerle; subió al Poder para mancharlo de lodo y de sangre; usó de la libertad para hundirla; de la democracia para suprimirla; de la ley para violarla y de la religión para escarnecerla.
Un día su propia audacia, el candor de los demás y la desventura del pueblo le llevaron al Gobierno, y Caín fue en la República ministro de la Guerra. Mientras el pueblo vertía torrentes de sangre en las montañas de Asturias, alaridos de dolor en las cárceles del tormento, ríos de sangre en la orfandad de los hogares enlutados, Caín, desde el Ministerio de la Guerra, rumiaba su gran crimen contra la patria. Depositó Caín en la mente estulta e insolvente de muchos señoritos metidos a militares, el virus del odio a la República. Tocó los resortes de la soberbia, de la vanidad, de la ignorancia y del honor, para exaltar en sus ánimos la aversión hacía el pueblo y sus instituciones democráticas. Y cuando el clamor del pueblo le arrojó de su escondrijo para lanzarlo a la calle, Caín se fue de allí cobardemente, sinuoso y dúctil como el jesuíta, esperando la hora propicia para la culminación del crimen.
Y vino el triunfo del Frente Popular; y se agitaron como poderosas serpientes hacia las urnas las muchedumbres creyentes en la religión civil de la democracia.
Y fue otra vez la República, y otra vez la piedad y el perdón y el olvido. Pero la obra de Caín había ya madurado el fruto de la guerra civil. Los ricos apretaron las bocas de sus bolsas, negando pan y trabajo; las pistolas de los asesinos a sueldo, comenzaron a ensagrentar las calles; en los campos había odio, en los hogares rencor, en los templos fusiles, y en los cuarteles indisciplina.
Una mañana estalló la guerra entre los hermanos de España que dejaron para siempre de serlo. Todas las fuerzas negras de Caín; los militares soberbios, los clérigos fanáticos, los avaros, los rencorosos, los señoritos, los desalmados, se arrojaron contra la República para devorarla; surgieron llamas en los templos, ardieron los bosques, se hundieron las casas, se desplomaron puentes y fortalezas; un viento de desolación y de muerte, sopló sobre el haz de la patria.
Y Caín, en tanto, satisfecho de su obra huyó, abandonando a los suyos, a los que él había congregado. Los entregó a la ira santa del pueblo, para que el huracán de la revolución los devorara. ¡Era la culminación de tu crimen!, ¡Oh Caín de España! ¡Mas no esperes que pueda haber para tí sosiego ni piedad en el cielo ni en la tierra! ¡Dondequiera que vayas la sangre de tus hermanos se levantará en tu camino, como un espectro, pidiendo venganza! ¡Ni entre los vencedores ni entre los vencidos habrá para tí, oh Caín de España, ni un amigo leal, ni una mano piadosa!
¡Aunque te escondieras en el fondo de la tierra, allí surgiría el espectro de la venganza cubierto de sangré, la carne desgarrada pendiendo de los huesos mondos, los ojos encendidos de ira, la garganta hirviendo de amenazas, llamas de odio en el corazón y puñales de castigo en las manos crispadas!
¡Tú envenenaste al pueblo, tú traicionaste a la República, tú ensangrentaste a la Patria, tú encendiste el odio —llama de la guerra— en los corazones! ¡Dondequiera que vayas te seguirá la maldición del pueblo! ¡Caín! ¡ Cain! ¡Cain de mi España!
Fernando Valera.

Cuando Valera en su artículo habla del "Cain de España" se está refiriendo a José María Gil-Robles. Recordemos que Gil-Robles (2) en 1935 fue nombrado ministro de la Guerra por Lerroux. Desde su ministerio fueron promocionados militares que a la postre fueron los protagonistas destacados del golpe de estado y posterior levantamiento militar de 1936. Entre otras decisiones que afectan a los ejércitos, Gil Robles dispone que el general Francisco Franco se haga cargo del mando del Estado Mayor Central, que el general Emilio Mola vuelva al servicio activo y tome el mando de las fuerzas del Protectorado Español de Marruecos, que el general Joaquín Fanjul sea nombrado subsecretario y se ascienda a general de brigada al bilaureado coronel José Enrique Varela, militares que representan la flor y nata de la rebelión contra España.

Después de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 Gil-Robles se convirtió en el jefe de la oposición parlamentaria. El 13 de julio de 1936 abandonó España, entró en Francia de donde fue expulsado por el Gobierno francés y de allí se refugió en Portugal. Al iniciarse la Guerra Civil entregó a Emilio Mola todos los fondos económicos de su partido (CEDA).

Acabada la guerra fue miembro del Consejo Privado de Juan de Borbón en 1939. En 1953 regresó a España.  En 1968 era Catedrático en la Universidad de Oviedo. En 1975, ya muerto Franco, fundó el partido Federación Popular Democrática con el que se presentó a las elecciones de 1977 en coalición con Izquierda Democrática de Ruiz Giménez, elecciones donde solo obtuvieron el 1,18 % de los votos y ambas formaciones se disolvieron. Su hijo José María Gil-Robles pasó en 1978 a Alianza Popular (AP), hoy Partido Popular (PP) y llegó a ser presidente del Parlamento Europeo. Otro de sus hijos, Alvaro Gil-Robles, fue Defensor del Pueblo en 1981. El 13 de septiembre de 1980 el "Cain" de Valera moría en Madrid.

Fernando Valera lo presenció y sufrió todo desde su exilio en Francia, mientras era jefe del Gobierno Republicano en el Exilio. En junio de 1977 el último presidente de la República en el exilio, José Maldonado, junto con Fernando Valera Aparicio, el último presidente del Consejo de Ministros, emiten una Declaración de la Presidencia y del Gobierno de la República Española. En dicho texto reafirman la legalidad institucional emanada de la Constitución de 1931 y la validez de los procesos electorales de 1931, 1933 y 1936, mantenida durante el exilio. En dicha declaración se puede leer:
"Las Instituciones de la República en el exilio ponen así término a la misión histórica que se habían impuesto. Y quienes las han mantenido hasta hoy, se sienten satisfechos porque tienen la convicción de haber cumplido con su deber".
Así se pone fin al Gobierno republicano en el exilio, aceptando la validez de las elecciones de 1977, pero, que no se nos olvide, sin reconocer a la monarquía instaurada en 1975.

Valera, no obstante, no volvió a España y permaneció en París, donde falleció después de 43 años de exilio, sin que en ningún momento dejase de defender la legitimidad del gobierno republicano.

Benito Sacaluga



(1) Datos de Fernando Valera: ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE EXTREMADURA. ARMHEX. http://armhex.blogspot.com.es/ 

(2) Datos de Gil Robles bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0

5 de marzo de 2016

ESPAÑA LES VIENE GRANDE



Después de lo que acabamos de ver estos últimos días, y de lo que llevamos viendo desde el 20 diciembre pasado, siento amplificada mi desesperanza. Poco importa a donde se mire y a quien se escuche. Los politicos, al igual que los leones del Congreso, se rugen entre ellos, con la zarpa puesta en su particular bola del mundo, nada más. Poco importan los análisis de la situación política que se vive en España que en tromba hemos tenido que soportar, todos sin excepción elaborados desde el partidismo, subjetivamente, en algunos casos acogidos a un sectarismo trasnochado. 

Si a los titiriteros que movieron en lugar equivocado sus muñecos se les pide cárcel, por considerar que su actuación puede ser considerada como apología del terrorismo etarra, prácticamente a la totalidad de los 350 diputados que salieron de las urnas el 20D se les debería privar de su escaño por el "delito" de apología de la estupidez y exaltación de la mediocridad. El Gobierno de España les viene grande a casi todos ellos.

Ninguno de los líderes de los cuatro partidos políticos en liza está facultado, ni minimamente, para dirigir los destinos de esta España recién despertada. Sus compañeros de grupo parlamentario tampoco, si nos atenemos a los efusivos aplausos que dedican a sus admirados líderes debemos intuir que piensan como ellos... o simplemente no piensan.

Rajoy es y ha sido siempre un títere en manos del capital. Sus escasas luces le hacen seguir la iluminada senda de su mentor, de Manuel Fraga, y de toda la incombustible oligarquía franquista, a los que desde su supuesta juventud debe su carrera política. Un Rajoy que ahora ha dejado de ser títere para convertirse en un pelele, y como tal en grave riesgo de que su cuerpo de paja sea sacado a las calles para ser manteado o quemado. Así lo quieren en su partido y así lo desean en Europa.

A Pedro Sánchez le falta experiencia y sobre todo el apoyo de la dirección de su partido, le han sacado a la arena cargado de un hándicap insoportable, de falta de poder para tomar decisiones. Su gran error ha sido aceptar las condiciones que la vieja guardia socialista, amamantada por Felipe Gonzalez y su deseada "gran coalición", le impuso. Ante el asco que le produce ponerse en las manos de PP ha admitido como socio a un partido cuyo lema principal está directamente tomado del discurso pronunciado por José Antonio Primo de Rivera en el madrileño cine Europa el día 2 de febrero de 1936:
"Por primera vez vemos a la Falange en una coyuntura electoral y nosotros, que no somos de derecha ni de izquierda sabemos que una y otra postura son incompletas".
Sánchez debería saber que con Ciudadanos jamás podrá llevar a cabo un programa de izquierdas, pero ...¿Acaso el PSOE sigue siendo un partido de izquierdas?

Pablo Iglesias sigue aferrado al mitín politico. Sus discursos no son tales discursos. En política los discursos tienen la finalidad de convencer a base de la exposición razonada. Un mitin no es más que un persuasivo reclamo electoral donde todo cabe e Iglesias sigue instalado en el, y lo hace además acentuando la génesis revolucionaria del mitin y su vinculación al radicalismo, olvidando que está en un parlamento y olvidando que sus propuestas han de ser presentadas como razonables y realizables. El gran merito que supone lo ya conseguido por Iglesias puede irse al traste en poco tiempo, solo la fermentación en el caldo de la oposición puede llevarle algún día al poder, ahora no es, ni mucho menos, su momento.

De Albert Rivera poco es necesario decir para justificar su inhabilitación como dirigente politico a nivel nacional.. Su astucia y la inacción de PP y PSOE le encumbraron en Cataluña, donde arropado con la bandera de España consiguió ocupar el espacio politico destinado a aquellos que son contrarios a la independencia del país catalán, y con ese único equipaje y el imprescindible apoyo económico por parte del poder empresarial y financiero, más la desaparición de UPyD, consiguió excelentes números en la autonómicas y en las recientes generales. Sus farragosos devaneos autonómicos con PP y PSOE. en aras de arrinconar a la Izquierda, se han puesto especialmente de manifiesto en Andalucía y  en Madrid. Ciudadanos es un partido de derechas, y como diría Rajoy "muy de derechas", aunque se aferre a ese etéreo espacio politico denominado Centro. Alguien dijo que el centro politico es solo una línea que separa la derecha de la izquierda, y yo estoy de acuerdo, basta repasar la nómina de los fundadores de UCD (Unión de Centro Democrático) para comprobar su total identificación con la derecha política y así ha sido desde entonces., tanto en el arco de la derecha como en el de la izquierda Más temprano que tarde, Ciudadanos se convertirá en el competidor directo del Partido Popular o desaparecerá a nivel nacional.

Ahora solo falta que me refiera al Jefe del Estado, al que por supuesto tampoco considero capaz para ostentar tan importante cargo. Al menos Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera han sido elegidos democraticamente, el Jefe del Estado no, eso es lo que hay, y lo hay por que así lo decidió Franco....y punto.

No, no me he olvidado de Alberto Garzón, el motivo de no haberle citado antes es que a él si le considero capaz de dirigir un Gobierno. Es el único politico que, a diferencia de los anteriormente citados, descarta los eufemismos y orgullosamente se declara comunista. No engaña a nadie y es honrado a carta cabal, dos virtudes imprescindibles para cualquier gobernante. Pero está solo ante los demás, el poder oligárquico no cesa en su empeño en destruirle utilizando para ello todos los medios a su alcance. Una nefasta ley electoral le ha robado literalmente un buen puñado de escaños y además le ha impedido tener grupo propio en el Congreso a pesar del millón de votos obtenidos.

Si viendo las sesiones de investidura he sentido indignación a causa del comportamiento y catadura de los líderes de los cuatro "grandes" partidos, esta indignación se ha elevado exponencialemente al ver a Alberto Garzón relegado a un escaño perdido en lo alto del hemiciclo. Indignación que se transformó en esperanza cuando vi y escuche sus dos intervenciones en las sesiones de investidura. Entre las dos unos escasos quince minutos, pero con más razón y contenido político que todas las interminables horas en las que sus opositores tuvieron el uso de la palabra, desde aquí le doy las gracias.


Benito Sacaluga.