9 de enero de 2014

UNA FALLA MÁS





El Palacio de las Artes de Valencia ha tenido que cerrarse por riesgo para las personas. El revestimiento de su singular cubierta se desmorona y cae. Ocho mil metros cuadrados de mosaico cerámico irán a la basura junto con tres millones de euros que se estima costará solamente retirarlo. Unos millones que irán a engrosar la enorme deuda que esta comunidad tiene asumida, la segunda más alta de toda España después de Cataluña.

Pretender decirnos que el problema de la cubierta ha surgido ahora es una tomadura de pelo. Todos los vecinos de Valencia pudieron comprobar que aún antes de su inauguración la cubierta presentaba irregularidades en toda su superficie. Más que un revestimiento continuo parecía un parcheado, ahora ya no lo parece, ahora lo es oficialmente. Solo hace falta mirar con detenimiento las fotografías que circulan en Internet  desde la inauguración del palacio para comprobar lo anterior.

Estamos de acuerdo en que revestir una superficie curva e irregular a base de teselas cerámicas es un trabajo harto difícil, más aún si el tamaño de éstas es demasiado grande para permitir los ajustes sobre una superficie curva que además es metálica. Una conjunción de materiales cerámica-metal en los que formar un todo estable es imposible a causa de los diferentes coeficientes de dilatación de ambos por efecto de la temperatura. El gran Gaudí resolvía el problema sin complicarse, utilizando piezas de cerámica de pequeño tamaño e integrando el material de agarre como un elemento "decorativo" más de la construcción. Algunas teselas de la Alhambra de Granada llevan colocadas diez siglos y las que menos seis. El trabajo en el "Palau de Calatrava" era difícil pero las dificultades ya aparecieron en la fase de construcción, de hecho el recubrimiento de la cubierta fue uno de los motivos principales en el retraso de las obras. Añadamos que el edificio se encuentra sobre el lecho natural de un rió y el problema se complica. No se hizo nada. Se asumió un riesgo cierto y ahora el riesgo desaparece para convertirse en tragedia.

Los responsables políticos culpan al arquitecto y este de momento calla. Los técnicos de las empresas constructoras y la ingeniería callan. De momento nadie asume responsabilidades y nadie las exige porque todos saben que la responsabilidad es de todos sin excepción, unos por acción, otros por omisión y todos por la pasta. Mejor pagar, completar la chapuza y aquí no ha pasado nada. Ya nos hemos gastado 500 millones, cuatro, cinco o seis millones más no van a ninguna parte. 
Lo malo, o lo peor, es que al fiasco del Palau debemos unir el del Circuito Urbano de Formula I, las instalaciones de la Copa América, el Circuito Automovilístico de Cheste, el Aeropuerto de Castellón, la Ciudad de la Luz, Terra Mítica, Canal 9, etc, etc..., suficiente material para montar una grandiosa falla y pegarle fuego el próximo 19 de marzo.

Bancaja, Banco de Valencia, Caja del Mediterráneo y otros cadáveres financieros más, lo son en gran medida a causa de estas obras faraónicas, todas completamente prescindibles.

La Comunidad Valenciana, con un presidente no electo y más políticos imputados por corrupción que ninguna otra comunidad española, con el mayor número de viviendas sin vender de toda España, sin entidades financieras regionales y una deuda estratosférica, sorprendentemente sigue siendo un feudo del Partido Popular. 


Benito Sacaluga


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